Santiago es Chile, dice un capitalino, con su polera del Colo Colo y su baba cayéndose al piso, mientras se baja el cierre y procede a orinar en una esquina de nuestra ciudad, que acumula litros y litros de pichí, que provienen de la vejiga de estos seres que, por vivir en una ciudad de seis millones de habitantes, creen que son superiores al resto de los chilenos.
La centralización es heavy metal. Es una centrífuga que atrapa a los seres humanos y los aspira hacia mega ciudades, contaminadas, atestadas de vehículos y con diferencias sociales abismantes, pero donde siempre hay más oportunidades de trabajo y de sobrevivir en la jungla del capitalismo.
Aquí en Valparaíso también hay centralismo. Los cerros Alegre y Concepción llevan decenas de años concentrando el flujo turístico, los mejo