Fue durante el mandato de Benedicto XVI, cuando la Iglesia Católica desbarató el dogma del limbo, ese supuesto lugar a donde los niños iban tras morir sin bautizarse. Durante decenios, infierno, purgatorio, paraíso y limbo , centraron la expectativa post mortem de las almas humanas. El miedo a las calderas de Pedro Botero, la recompensa del cielo o la penitencia del purgatorio , impregnaron el imaginario de una sociedades donde lo religioso fue consustancial al entendimiento de la vida humana. La religión entendida como castigo o cono premio, un pensar que convertía al individuo en un ser temeroso de Dios .

Así, el limbo, se constituyó en ese lugar poco definido donde los pobres niños que morían antes de pasar por la pila bautismal para borrar el pecado original, eran almacenados como víc

See Full Page