La niña de 10 años iba camino a la escuela en que trabaja su abuela, en la comunidad de San Salvador, parroquia Antonio José de Sucre, municipio Tucupita, cuando el adulto mayor de 64 la llamó desde la puerta de su casa, para que se acercara a ver televisión.
No era la primera vez, aunque seguro será la última. Otras veces había aceptado la invitación, sin que nada ocurriera. En esta oportunidad, la cosa llegó lejos.
Obviando los detalles, hubo segundas intenciones, materializadas en un acercamiento estrecho y toqueteos incorrectos.
Presa del temor, intentó soltarse, consiguiéndolo a la tercera. Una vez logró zafarse, corrió a contárselo a la abuela, la matrona se lo manifestó a la mamá y la progenitora, acto seguido, lo relató a la fémina de la división de investigación.
Evitándose el