Tenía alma de payaso, corazón de payaso, ternura y astucia de payaso; llevaba el circo en la sangre porque la arena de las pistas se le había metido en la piel desde que era un chico de siete años y empezó a vagabundear entre carromatos y lonas desteñidas. Los años lo hicieron un actor cómico de primera línea, con impronta de payaso y sustancia de circo; en sus breves y contundentes sketches televisivos, porque fue una gran estrella de la televisión de los años 60 y 70, volaban cachetadas de payaso; los que las recibían eran unos acróbatas de circo que surcaban el aire del set y terminaban por quebrar sillas y mesas de falsa solidez, decorados de cartón pintado: todo era un enorme disparate bajo la batuta siempre sabia de aquel primer actor, de peluquín enmarañado, ojos alertas, mueca de c

See Full Page