Vladimir Putin juega con fuego, pero es él quien tiene el fósforo y hace saber a aquellos que no quieran seguir su partitura y sus voluntades que no tiene miedo de encender la mecha . Después del silencio que siguió a la cumbre ruso-estadounidense de Anchorage (Alaska), el pasado 15 de agosto, Putin, el gran manipulador, envía cada día el mismo mensaje a amigos y enemigos: “No me rendiré”. Para los psiquiatras, lo más preocupante de esa persistencia es el aspecto “perverso y despegado de la realidad” de su personalidad.
Tanto con sus conversaciones con sus amigos chinos como con el lanzamiento masivo de misiles y drones sobre los civiles en Ucrania, la violación del espacio aéreo polaco con drones el 9 de septiembre y luego en Estonia con cazas, o el anuncio de “poner en pausa” las conver