La historia de Koji Fukaya tiene calamares, chipirones, un punto de sake y una amistad a prueba de océanos con Luis Irizar, el padre de la cocina de Euskal Herria, quien le llegó a decir que si abría un restaurante en Japón tenía que ser de cocina vasca.
Koji, ¿cómo empieza todo esto de la cocina?
Me gradué en la universidad en Industria y Ciencias en Tokio. Trabajé un par de años de ayudante fabricando máquinas. Eran tiempos de la guerra de Vietnam y… muy malos años para mí. Nosotros pensábamos que hacíamos máquinas con buena intención, pero esas mismas se usaban en la guerra. No me sentía bien con aquello y decidí cambiar. Quise ser cocinero.
¿Y por qué la cocina?
Porque vi que con la cocina podía hacer felices a las personas. Eso me atrapó. Al principio me atrajo la cocina eur