La primera gran boda moderna de la Casa de Alba fue la de Cayetana Fitz-James Stuart con Luis Martínez de Irujo, en 1947. La ceremonia, celebrada en la Catedral de Sevilla, fue una de las bodas más fastuosas tras la Segunda Guerra Mundial. Cayetana lució un vestido diseñado por Flora Villarreal, modista de su confianza y que, como la propia duquesa dijo, «nunca la reconocieron como a Balenciaga». Estaba confeccionado en seda marfil con una majestuosa falda compuesta de capas de tul superpuestas. Completaba el conjunto con un velo de encaje de Bruselas del siglo XVIII de la colección familiar y una diadema de brillantes y perlas que había pertenecido a la emperatriz Eugenia de Montijo.

Cuando volvió a casarse, en 1978, con Jesús Aguirre, la duquesa rompió con la tradición y se decantó por

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