Hace unos días, Daniela Ojeda y Liz Sosa celebraron mucho más que una graduación. Al recibir sus diplomas como licenciadas en Órtesis y Prótesis en la UNSaM, sellaron una etapa atravesada por la resiliencia, el coraje y un profundo amor propio. Porque detrás de esos títulos hay historias que empezaron con un quiebre: dos accidentes viales que les arrebataron las piernas, pero no las ganas de reconstruirse, ni la voluntad de volver a caminar, esta vez, por caminos nuevos.

En plena adolescencia, aprendieron de golpe lo que significa empezar desde cero. Daniela tenía catorce años y Liz quince, cuando padecieron los accidentes viales que les costaron las piernas, y la vida se transformó en internaciones, cirugías, miedos y frustraciones. No sabían una de la otra, pero ambas eligieron no r

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