La crisis energética que surgió en 2022 con motivo de la invasión rusa de Ucrania ha llevado a los distintos bloques económicos del mundo a replantearse sus respectivas políticas de abastecimiento. Gas y petróleo siguen siendo esenciales para el desarrollo industrial, pero eliminar a Moscú de ese comercio ha reducido el número de proveedores y, por consiguiente, ha encarecido el precio. Además, a eso hay que sumar el cambio climático, una realidad innegable que está obligando a lograr vías alternativas de producción y suministro. Y la electrificación es, junto a las energías renovables, la opción por la que cada vez más gobiernos y empresas -bien por obligación o por convicción- están optando en mayor medida. Pero el camino no es sencillo. Ni rápido.
Para transitarlo, los expertos propo