“Ahora que ya llegó febrero ganas tenía de verte, mi general Quevedo. Tú me enseñaste a robarme los elotes, quitarles las hojas, echarlos al bote. Tú me enseñaste a robarme las gallinas, quitarles las plumas, hacerlas cecina. Tú me enseñaste a robarme los cochinos, sacarles el cuero, hacerlos tocinos. Tú me enseñaste a robarme las vacas, cambiarles el fierro, venderlas baratas. Tú me enseñaste a robarme las muchachas, subirlas al carro, bajarlas borrachas. Tú me enseñaste a robar de lo robado, y ahora resulta que soy diputado”.

Estuve ayer en Ciudad Juárez, a donde fui a presentar mi último libro, “México en mí”, que espero no sea el último. En Chihuahua escuché por vez primera el corrido del general Quevedo, una de cuyas versiones transcribí arriba. El corrido mexicano es heredero direct

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