Cuando Zaragoza se viste de fiesta por el Pilar , las calles se llenan de vida, visitantes y coches que llegan desde todos los rincones. Pero hay un punto del camino que no entiende de celebraciones: el radar del kilómetro 272 de la A-2 . Cada año, más de 10.000 conductores descubren que un pequeño despiste puede salir caro.
Está ahí, siempre vigilante . A simple vista no parece diferente a otros, pero su ubicación estratégica , justo a la entrada de la capital, lo convierte en una de las trampas más habituales para quienes no ajustan a tiempo la velocidad. Y no está solo: en el entorno de Zaragoza, la A-2 y los accesos principales se han convertido en un auténtico campo minado de radares. Conocer dónde están —y, sobre todo, respetar los límites— puede ser la dif