Dicen, y con razón, que estas fiestas de San Froilán son las de la tradición y las tradiciones. Tal vez por ello —o porque yo soy uno de ellos— tengo la sensación de ver más veces de lo acostumbrado en estos tiempos a unas gentes que parecen haber quedado en el reloj de Santo Domingo, aunque ya no exista, para dar un paseo por el centro, ver el ambiente y disfrutar de unas fiestas hechas para algo que ya no se cultiva, pasear y mirar. Decía Paco Bolero, un filósofo sin carnet del gremio, «que el no tener prisa está en peligro de extinción, como el dinero y el peatón». No le debe faltar; no es normal que nos extrañe ver a un grupo que no camina mirando al móvil sino al cielo; ver a una gente que sigue mirando la hora en el reloj que lleva en la muñeca... Tal vez por eso sigan quedando en el
Quedamos en el reloj y a pasear

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