Primero les llamábamos gota fría y todo el mundo en el Mediterráneo se echaba a temblar. No era para menos: una gota fría, habituales sobre todo en otoño, era sinónimo de intensas lluvias, muy probables inundaciones y un recuerdo de la pantanada de Tous. En una palabra, la gota fría se asociaba de manera muy común con una catástrofe y una situación de peligro real para las personas y el territorio.
Por eso, hace apenas unos años, los expertos en meteorología optaron por cambiar el término de gota fría por el de DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) . Una dana no es más que un descuelgue de aire polar desde latitudes altas hasta las nuestras y que, en principio, no conlleva riesgo alguno a no ser que se den también una serie de circunstancias, como la llegada de aire hú