Manzur tenía que saltar. La tarima desde la que habló en la plaza principal de la Universidad de Antioquia no tenía escalones, subió apoyado en el brazo de Felipe Achury y dio un precioso discurso –con un chiste en el que celebraba casi un siglo de vida–, ¡un siglo! Y, por suerte, un siglo sin mayores achaques: ¡95 años y ahora tenía que dar un salto de 30 o 40 centímetros de altura!, “¿qué más les puedo decir?”, dijo después de hablar 10 minutos lucidos de los misterios del arte. Y ahora tenía que saltar.

Y lo hizo como si nada para darle un abrazo a la maestra Teresa Gómez y luego atravesar la plaza para inaugurar formalmente la escultura que lo donó a la Universidad. Su Caballo al viento ahora es parte de un campus que –tal vez– es el museo al aire libre más espectacular del país y uno

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