En el casco antiguo de Mussomeli, la fiesta apenas comienza. Unas 6.000 personas llenan las estrechas calles alrededor de la iglesia Madonna dei Miracoli, cuerpos apretados unos contra otros, esperando que empiece el espectáculo. Las calles están iluminadas como en Navidad: arcos en neón azul, blanco, verde y destellos rojos. La fachada barroca —de piedra color crema, con doble hilera de columnas— está iluminada, con la frase “W MARIA” (“Viva María”) brillando en azul celeste sobre la puerta.

Entonces, ella aparece: una estatua de madera de la Virgen María, cubierta casi por completo de joyas de oro donadas por los habitantes del pueblo. Mide cerca de 1,80 metros y va sobre una plataforma de madera maciza que requiere unos 20 hombres para cargarla. La bajan por las escaleras de la iglesia

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