CIUDAD DE MÉXICO (AP) — El cadáver de un sacerdote fue localizado el lunes en una región montañosa de Guerrero, un estado del sur de México con gran actividad del crimen organizado y en el que el año pasado fue secuestrado un obispo retirado que intentó mediar entre cárteles locales.

La fiscalía local informó del hallazgo en un comunicado, en el que sólo identificó al fallecido como Bertoldo ”N” y en el que informó que había abierto una investigación por homicidio, aunque no ofreció detalles.

La parroquia de San Cristóbal, en la localidad de Mezcala, confirmó que se trataba de su párroco, Bertoldo Pantaleón Estrada, quien trabajaba en esa iglesia desde hacía ocho años.

José de Jesús González, obispo de la diócesis de Chilpancingo-Chilapa —de la que depende Mezcala—, había alertado previamente de la desaparición del religioso desde el sábado.

El sacerdote tenía 58 años y trabajaba en una zona de altos niveles de violencia, en la que operan distintos grupos criminales. Fue en esa región donde hace más de una década desaparecieron 43 estudiantes de magisterio, un crimen todavía sin esclarecer.

Los jesuitas de México emitieron un comunicado en el que lamentaron su muerte y exigieron que se esclarezca lo sucedido.

Sacerdotes y religiosos, generalmente vinculados a la defensa de los derechos humanos, suelen ser blanco de los criminales en México. En octubre fue asesinado al salir de misa el padre Marcelo Pérez, un reconocido activista del estado de Chiapas, limítrofe con Guatemala.

Según el Centro Católico Multimedial, que lleva registro de las agresiones a religiosos, diez sacerdotes fueron asesinados en México de 2019 a 2024, un periodo en el que también contabilizaron 900 extorsiones y amenazas de muerte contra miembros de la Iglesia católica en México, así como otro tipo de agresiones.

Parte de la Iglesia católica mexicana ha sido muy activa en la defensa de los migrantes, los indígenas y los derechos humanos en general.