En Colombia se repite permanentemente la idea de que vivimos una sociedad polarizada. La palabra aparece en titulares, discursos y conversaciones cotidianas. Sin embargo, lo que ocurre no es una real polarización, sino un intento calculado de desestabilización. Grupos con influencia que actúan con fines particulares que buscan instalar la sensación de división irreconciliable, manipular percepciones ciudadanas y dejar sin piso liderazgos de distintas orillas. El resultado es una narrativa artificial que confunde a algunos sectores, pero que no corresponde a la realidad.
Pensar que las posiciones sobre necesidades y valores se han movido de manera radical es un error. Los estudios electorales muestran que, aunque hay cambios en las preferencias, estas tienden a moverse en un péndulo modera