En los centros sanitarios hay listados, datos, cifras, historiales, códigos abrochados a la piel, a la sangre, a los pelos, a la respiración, al dolor. Son distintos a otros números y letras que consignan fanegas, apartamentos, reses, impuestos, resultados del examen de oposición. Tras el número que sostengo en mi mano podría estar usted, como lo estoy yo. Es mi turno. Desnuda de cintura hacia arriba, sigo cada indicación de la técnica de radiología. Pienso en mi amiga, que ha vencido por segunda vez al cáncer de mama porque localizó por sí misma un minúsculo bulto. Pienso en el olor de su crema después de las sesiones de radioterapia. Pienso en el ganglio centinela de otra amiga, con el que hizo guardia tantas noches como duró la espera de los resultados de la biopsia. Pienso, con tal de

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