"Todo lo decide el destino", dice Francisco Araiza (Ciudad de México, 1950) con una sonrisa, mezcla de satisfacción y gratitud.
El tenor mexicano que conquistó los escenarios más exigentes del mundo de Bayreuth a La Scala, del Metropolitan a la Ópera de Viena y abrió la puerta de Europa a otros cantantes mexicanos, repasa su trayectoria al cumplir 75 años y medio siglo de su debut con Fidelio de Beethoven y la batuta de Eduardo Mata.
"Yo veo la vida como un rompecabezas en el que de pronto aparece una pieza que parece no tener sentido, pero cuando la imagen se completa uno entiende que esa pieza era crucial. Nada es casualidad", agrega, entrevistado en la víspera de su cumpleaños, que celebró el 4 de octubre con una comida familiar.
Uno de esos momentos decisivos ocurrió durante una vis