Aunque la derecha quiera achacar a los que vienen los cambios en la sociedad española y la pérdida de identidad, esta viene producida por dinámicas económicas, sociales o tecnológicas a nivel planetario

Antes de las elecciones de 1986, el socialista Alfonso Guerra dijo aquella frase antológica: “A España no la va a reconocer ni la madre que la parió”. Hoy podría decirse lo mismo del mundo, pero cada dos días: no lo reconoce ni la madre que lo parió. Todo cambia a toda velocidad y cuesta una barbaridad mantener el ritmo. El presente es incomprensible, el futuro se ve borroso y hay quien busca consuelo en un pasado que muy probablemente no fue tan bueno como lo queremos recordar. Son tiempos nostálgicos . Y es comprensible que la gente sienta zozobra, desánimo, falta de asidero, miedo.

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