Han pasado más de veinticinco años desde aquella madrugada del 31 de agosto de 1997 en la que el mundo entero se detuvo. En el túnel del , bajo los destellos frenéticos de los flashes, se apagaba la vida de Diana de Gales , la que se convirtió en mito. Desde entonces, aquel oscuro paso subterráneo del Sena quedó marcado por la tragedia, convertido en símbolo y en santuario improvisado para los millones de personas que aún veneran su memoria.
Por eso, cuando decidió compartir en su cuenta de Instagram una imagen aparentemente inocente -sus pies descansando en el asiento de una limusina, justo antes de entrar en el mismo túnel-, la respuesta no se hizo esperar. Lo que para algunos parecía una instantánea más de un viaje de lujo, para muchos otros resultó una muestra de insensibilidad