Alejandro González Iñárritu voltea atrás y se sorprende al recordar la falta de pericia que tuvo cuando rodó la escena del choque de Amores perros, la ópera prima que hace 25 años lo catapultó como realizador.
“Ahora observo y digo siempre que eran (escenas) muy arriesgadas e irresponsables por la forma en que lo hicimos; estábamos aprendiendo a hacer cine técnicamente y la necesidad nos llevó de pronto a tomar riesgos que pudieran haber sido fatales”, reflexiona Iñárritu.
La cinta, que ganó 11 premios Ariel, conecta tres historias en un accidente automovilístico, como la de Octavio (Gael García), un adolescente que hace de su perro Cofi su modo de ganar dinero en peleas clandestinas.
Pero uno de los puntos fuertes del filme, que se reestrena mañana en salas y el 24 de octubre en la pla