Desde fuera, parece casi imposible entender la relación que tienen y han tenido a lo largo de los años Jennifer Lopez y Ben Affleck. Durante un tiempo son inseparables, almas gemelas, el uno hecho para el otro; poco después parecen amantes despechados sin nada que decirse, alejados porque ya no hay nada que resarcir en su amor; también son amigos, padres divorciados que buscan y encuentran siempre la solución más óptima para que sus hijos no sufran las consecuencias del desgaste de su pasión; y, claro, compañeros de trabajo, que dependiendo del día y la hora y de un comentario acertado o fallido se elogian o se desprecian.
En esta última fase parece ser que están ahora. Porque tras la celeridad de su (segundo) noviazgo y (primer) matrimonio, llegó igual de rápido el desgaste de la convive