Ernesto de Hannover encarna, como pocos, esa fascinante contradicción entre el deseo de anonimato y la inevitable exposición pública que acompaña a los apellidos de alcurnia. El eterno ex de Carolina de Mónaco -de quien, dicho sea de paso, nunca llegó a divorciarse oficialmente- siempre ha mantenido una relación tirante con la prensa: la evita con celo, pero a la vez se convierte, una y otra vez, en protagonista involuntario de titulares. Quizá porque su nombre, asociado a siglos de linaje europeo, se ha visto también ligado a episodios de un comportamiento tan errático como mediático . Al público, ya se sabe, le fascina ver a los príncipes tropezar con las mismas piedras que el pueblo.
Desde hace cuatro años, el nombre de Ernesto ha estado íntimamente unido en España al de Claudia Stil