HOUSTON, Texas — Para Yancy Escobar Balderas, el viaje de más de una hora desde el a West Livingston se ha convertido en parte de su rutina. Lo ha estado realizando semanalmente durante más de una década.
A pesar de las más de 150 millas de distancia entre ida y regreso, esa es la única oportunidad que tiene de visitar a su esposo, un recluso con raíces mexicanas que pasa, al menos, 22 horas del día en confinamiento solitario en la , donde se encuentra lo que se conoce como el corredor de la muerte de , el pabellón de los presos destinados a la pena capital en el estado.
Aunque la visita de dos horas brinda consuelo a la pareja, el vidrio grueso que los separa profundiza la distancia entre ellos y les sirve de recordatorio del destino de Balderas, quien ha estado en el limbo y a la espe