Entre la angustia y el orgullo de ver que su hijo Diego Vázquez Galindo estuvo dispuesto a ayudar al pueblo de Gaza en “un gran gesto a favor de la humanidad aún a costa de su vida”, embarcándose en la misión de la Flotilla Sumud, Roberto Vázquez sintió su alma en vilo desde las primeras horas del 1 de octubre, cuando el ejército de Israel empezó el operativo de intercepción y detención ilegal de las 43 naves, con 462 personas a bordo, en aguas territoriales de Palestina.

Esta mañana, cinco de la madrugada, lo despertó con mensaje en el celular que le devolvió el alma al cuerpo. El grupo de seis mexicanos retenidos ilegalmente en la prisión de Ktziot había salido de Israel, trasladado por tierra a Aman, la capital jordana. Ahí tomarían un vuelo hacia Estambul y de ahí, finalmente, a la

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