En medio de una campaña de soft power a varios niveles destinada a mejorar la imagen del país -uno de cuyos hitos será la celebración de la Copa del Mundo de Fútbol de la FIFA 2034 -, la monarquía saudí viene emprendiendo en los últimos años una cierta liberalización no exenta de contradicciones y retrocesos. Una apertura directamente vinculada con el ascenso en la escena nacional del -designado príncipe heredero en 2017-, responsable de la mejora de la situación de las mujeres , la desaparición de la policía religiosa -que durante décadas castigó a las mujeres que no portaran correctamente la abaya o los jóvenes que no respetaran una estricta segregación entre sexos- o la apertura del país a conciertos, competiciones deportivas y otros grandes eventos.
Uno de los ámbitos de mayor r