A Juan le sonó el teléfono a las dos de la tarde, justo cuando regresaba de recoger a sus hijos en la escuela. Del otro lado de la línea, una voz grave se presentó como “comandante” de un cártel que “tenía el control” de Cuernavaca. El hombre le dijo que sabían dónde vivía y que debía pagar 35 mil pesos para que no le pasara nada. Minutos después, le enviaron una ubicación de una gasolinera , a tres cuadras de su casa.
“Sí sabían mi dirección. Me dijeron que estaban cerca y que si no pagaba se metían a mi casa . No regresé en todo el día, me dio miedo”, cuenta en entrevista Juan, quien pide omitir su nombre real. Loading…
Días después, al hablar con conocidos, descubrió que no era el único. A varios proveedores de gobierno en la ciudad les habían hecho llamadas similares. “Creo que