El pasado domingo fuimos testigos, una vez más desde que Morena controla el poder, de un viaje al pasado priista más autoritario, cuando el presidente en turno movilizaba masas para alimentar el culto a su personalidad, evocando el estilo más puro del dictador ruso Iósif Stalin.
Detrás de los aplausos y las cifras alentadoras que presentó la Presidenta, emergen también los contrastes que definen la compleja realidad del país. Somos una nación que avanza en algunos indicadores, pero se estanca o retrocede en otros. Un gobierno que inspira confianza en su honestidad, pero enfrenta desconfianza en su eficacia. Un liderazgo que promete transformación, pero que aún no logra que los resultados sean palpables para todos.
Elegida con un 60% de los votos en junio de 2024 como la primera mujer en