Ciudad de México.- Una linda chica invitó a Babalucas a visitarla en su departamento. Lo hizo sentarse en el amplio sillón de la sala y le dijo: "Voy a ponerme algo más cómodo". Regresó a poco cubierta sólo por un traslúcido negligé de encaje negro que dejaba a la vista todas sus formas, sobre todo las más bien formadas. La chica disminuyó la intensidad de la luz, se sentó al lado de su visitante y puso una de sus desnudas piernas sobre las de él. Babalucas le dijo: "Tendrás que perdonarme, pero no puedo hacer nada para frenar las exigencias de mi naturaleza". "Procede" -lo autorizó ella ofreciéndole los labios en voluptuoso gesto pasional. Babalucas, entonces, se puso en pie: "Voy a ver qué hay en el refrigerador". "Soy muy casera -le comentó una actriz de Hollywood a otra-. Cada vez qu
Vivimos en la mentira

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