Fue tan vasto lo que dejó Guns n’ Fucking Roses en la noche del martes 7 de octubre de 2025, en el Vive Claro, que a lo largo de esas 2 horas y 50 minutos de concierto todo pasó a segundo plano. No hubo protestas, no hubo papeleos embolatados en la cabeza de nadie. Sí hubo permiso para entregarse de lleno a la catarata increíble de rock que azotó a todos los presentes por igual. Qué noche. Qué banda. Qué conciertazo. (Lo lamentamos igual, amigos de Kendrick, de corazón).
Los que estuvimos ahí podremos presumir, a quien le importe; y les diremos a los amigos en Medellín que si uno puede ir a un show así, uno debe hacerse ese favor (este es un partido que se gana por goleada, y se sabe por adelantado). En efecto, esto no fue 1992 en El Campín, sin techo y al borde de la electrocución. No fu