Miguel se quedó dormido . Hacía frío en Mar del Plata, como casi siempre. Jugaban Aldosivi y Boca bajo una llovizna finita, sobre barro. Un plano corto descubrió a Russo dormitando. O al menos eso dijeron. Al fin y al cabo, era otra foto que alimentaba al debate popular: ¿Por qué sigue ahí? ¿Por qué no está en su casa, con los suyos? ¿Qué clase de bestia interior lo está devorando?
El otoño de la vida a veces es miserable, porque la imagen que proyecta de las personas luce distorsionada. Lo esencial no se ve. Esa imagen no te muestra el alma o el fuego vigente; es tan solo la pintura en blanco y negro del atardecer de la carne. ¿Por qué Russo sigue ahí, con el silbato en la mano, dirigiendo a esos muchachos? ¿Por qué Juan Román Riquelme lo sostiene y lo abraza?
La imagen de Miguel