Si algo diferencia a la sociedad alemana -también austríaca, húngara y danesa- es el amor incondicional a la música clásica. A nadie le sorprende que, cada vez que se celebra un buen concierto en Palma, la mayoría de los asistentes sean de allá. Desde la infancia y durante siglos, han cultivado e incentivado una cultura musical fuera de serie y se enorgullecen de los autores y las obras que han aportado a la historia de Europa y del mundo. Por eso en Alemania desde la familia y el colegio se transmite esa pasión, que en España deja muchísimo que desear. Algo que, quizá, va a cambiar de forma radical si las cosas siguen el rumbo que han llevado desde hace unos años.
La política de fronteras abiertas que intensificó Angela Merkel durante sus mandatos ha llenado el país de extranjeros y much