Nada más lejano a ello. Ese recambio natural, propio de países en donde se trabaja con profesionalismo en la formación de sus futbolistas, no existe en el Perú. Y quienes creen que “ahora sí” se acabó eso que llaman argolla, olvidan que los supuestos reemplazos de Pedro Gallese, André Carrillo o Renato Tapia no los igualan en jerarquía. Es más, me atrevería a decir que quien se haga cargo de la selección los llamará de inmediato. Tampoco descartaría que se le ocurra una operación “convencimiento” (eso que en cristiano llamamos ruego) para procurar la vuelta de Christian Cueva o Paolo Guerrero.
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