Hasta esa noche, Aileen Wuornos había tenido más de un problema con la ley y varias pequeñas temporadas en la cárcel, pero nunca había matado . Ese quiebre en su vida ocurrió tenía cuando 33 años y se ganaba la vida ofreciendo su cuerpo para mantenerse ella y también a su novia, Tyria, con la que creía haber encontrado la felicidad que siempre le fue esquiva. La del 30 de noviembre de 1989 era una noche como cualquier otra, con Aileen en busca de un cliente, y Richard Mallory , de 51 años, detuvo su auto y la invitó a subir para mantener relaciones sexuales. Ese era el acuerdo, pero cuando se detuvieron en un camino solitario y se pasaron al asiento trasero el hombre se puso violento y lo que en un principio era una contratación de servicios se transformó en un intento de violació
“No estoy loca, quiero estar con Dios”: la ejecución de “La araña negra”, la asesina que veía en sus víctimas a su abuelo abusador

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