Hubo un tiempo en que Zaragoza olía a carbón , sonaban locomotoras y las calles aún se iluminaban con faroles de gas . A mediados del siglo XIX, la capital aragonesa ya estaba conectada por tren con Barcelona, pero pasaría más de 30 años hasta que la ciudad viera brillar la luz eléctrica. Una paradoja histórica que revela cómo la revolución industrial llegó a Aragón sobre raíles antes que sobre cables.
Los trenes llegaron antes que la luz
El 18 de septiembre de 1861 se inauguró el tramo ferroviario Lérida–Zaragoza , perteneciente a la línea que unía la capital aragonesa con Barcelona. Aquella jornada fue todo un acontecimiento: locomotoras decoradas, discursos solemnes y un público fascinado por aquel monstruo de hierro capaz de recorrer en horas lo que antes costaba días.
E