Maximiliano Papandrea siempre contesta los mensajes en minutos. Es un hombre simpático, atento, educado. Y tarda un poco más pero contesta esta mañana, en que un autor de su editorial, László Krasznahorkai , acaba de ganar del Premio Nobel de Literatura y él, bueno, va a tener mucho trabajo.

“Nunca pensé que iba a editar a un Premio Nobel”, dice, con sinceridad. Su editorial, Sigilo, es una de esas casas independientes que, en general, suelen arriesgar por autores poco conocidos que, cuando les va bien, pasan a grandes firmas internacionales.

Pero Krasznahorkai no era exactamente un desconocido cuando Sigilo lo lanzó en la Argentina. Ya había ganado en Premio Booker -una especie de antesala del Nobel- y su nombre sonaba. En castellano lo publicaba Acantilado, una editorial española

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