En 1992, el director Michael Mann llevó a la gran pantalla El último mohicano , una superproducción épica que, aunque se basa en la novela homónima de James Fenimore Cooper publicada en 1826, se distancia notablemente de ella en tono, enfoque y profundidad. La decisión de Mann de reescribir la historia no fue casual: el cineasta consideraba que el texto original ofrecía una visión simplificada y paternalista de los pueblos indígenas, enmarcada en la romántica pero problemática figura del "buen salvaje".

La novela de Cooper, ambientada en la guerra franco-indígena (1754-1763), retrata el conflicto entre franceses y británicos por el control del territorio norteamericano, con las tribus nativas atrapadas en medio de una lucha que no era la suya. Sin embargo, el autor estadounidense constr

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