Dos niños venezolanos se acurrucan en el pavimento bajo un sol abrasador mientras un hombre mendiga en su nombre en el sur de Trinidad y Tobago, uno de los muchos casos de menores forzados a una vida de explotación a una edad en la que deberían estar escolarizados.

Traumatizados por la peligrosa travesía marítima desde Tucupita, en Venezuela, hasta Icacos, en el suroeste de Trinidad, algunos de ellos son utilizados y alquilados para mendigar en el país de acogida, ya que sin acceso a la educación formal, se vuelven más vulnerables.

"Aunque la Ley de la Infancia prohíbe usar o permitir que un niño mendigue, vemos a muchos niños en las calles", lamenta en declaraciones a EFE Angie Ramnarine, coordinadora del Grupo de Apoyo a Migrantes de La Romaine (LARMS), que trabaja con familias migrant

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