“Tron: Ares” (2025) comienza dejando en claro sus vínculos con la película original, por lo que muestra un mundo con sus propias reglas, mitos y villanos. Para eso, olvida de forma muy evidente a la secuela tardía “Tron: Legacy” del 2010.

La obra de Steven Lisberger de 1982 refundó el cine de ciencia ficción para abrir la puerta a una generación de películas capaces de construir su mundo y mitología, que es precisamente lo que hace la nueva cinta de Joachim Rønning, al explorar el mismo mundo del clásico ochentoso, pero ahora con efectos visuales de punta.

Solo que, de nuevo, la combinación de una estética futurista con una historia sin lógica tiene problemas para sostenerse. No debería sorprender: al final, resulta curioso que una franquicia nacida del asombro por los gráficos de comput

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