Las encuestas de intención de voto son un arma de doble filo porque no solo muestran las tendencias del voto; ahora, claramente, buscan influir en él. Esto es algo que Pedro Sánchez tuvo muy claro desde que llegó a la Moncloa, y por ello le dio a Tezanos la varita mágica del CIS. Cada encuesta, incluyendo la del CIS, pueden ser analizadas de infinitas maneras. Al margen de los datos principales, cada uno puede intentar barrer para su causa: unos pueden concluir que la bajada de votos no es tan importante; otros, que la subida se consolida; otros, conformarse con mantener el mismo número de escaños. Nadie se reconoce perdedor. Todos pueden intentar minimizar el valor de los resultados y, sobre todo, las causas que pudieran explicar determinadas tendencias.

Pero, en todas ellas, no deja de

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