Los números, atados a una silla, se movían como las telas de las banderas descoloridas, que parece van a hacerse jirones en cuanto apartemos la vista de ellas. Un 9 y un 0. En su silla de ruedas, con un vestido de lunares blancos, y más como testigo que como protagonista, como empequeñecida, por efecto de esos números gigantes y plateados, estaba ella. Solo un instante, cuando tocó soplar, y la rodearon sus nietos, se intuyó esa mujer generosa, alegre, luchadora y ahora abuela genial que cumplía 90 años.
Hoy en día podemos contemplar el atardecer más bonito y la guerra más cruenta. De modo, decía Gastón que piensas que todo está medio perdido. “Pero, no”. Y propone luchar por el bienestar desde la cocina. Él, Acurio, que dejó de hacer platos de diseño, para recuperar lo que le enseñaron s