Estaba escribiendo una novela, una de esas que salen de sus libretas de apuntes, cuando, ¡zasca!, se saltó un semáforo sin darse cuenta. Podría haberse matado, embestido por el furgón de turno que arranca antes de tiempo en el cruce, pero no: lo que le ocurrió a Juan Tallón es que se estampó contra una idea expeditiva que hacía tiempo llevaba en la recámara. La idea, la pregunta seminal: "¿Qué tiene que pasar para que algo que consideramos inaceptable, incomprensible, imposible, nos suceda a nosotros mismos?" ¿Somos dueños no ya de un improbable destino, sino de nuestros actos y nuestro tiempo? La idea, sin libreta, sin trama ni personajes, apenas un semáforo y un final devastador, una sola línea, le iba a sumir en un espiral de vértigo, un ritmo exasperante, un delirio como la vida mism
Juan Tallón, escritor: "Alguien está llevando las riendas de nuestra vida y le está yendo muy bien manteniéndonos atentos a lo que no nos interesa"

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