Ciudad de México.- Cubierto de vómito y lodo, Futaki alza la vista mientras vacía la vejiga bajo una lluvia torrencial, y lo abruma de súbito el sentimiento de pequeñez y desamparo.

"Nacemos en un mundo cercado como una pocilga", piensa el mecánico de la otrora cooperativa agrícola en la que transcurre Tango satánico (1985), "e igual que los cerdos que se revuelcan en su propio fango no sabemos con qué fin nos apelotonamos en torno a las ubres nutricias, para qué luchamos encarnizadamente en el barro, por llegar al comedero o, al atardecer, al lugar donde dormir".

Y aunque la pesadumbre arrecia mientras discurre que, también como los cerdos ultimados por el cuchillo del matarife, nadie puede anticipar su angustiante despedida, el ánimo cambia de pronto con la idea de que "este mundo ca

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