El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, mantiene desde el inicio de la legislatura un equilibrio, a veces difícil, entre el catalanismo que busca complacer a sus socios y el respeto al marco constitucional. Su estrategia pasa por combinar gestos y discursos de afirmación nacionalista con una línea pragmática y moderada que evita los grandes choques con el Estado. El Debate de Política General, celebrado esta semana, ha sido una nueva muestra de esta fórmula: apoyo decidido a una financiación singular para Cataluña y, al mismo tiempo, rechazo frontal a un referéndum de autodeterminación.

Sin embargo, ese discurso de Illa, aunque puede convencer a gran parte del electorado cuyas sensibilidades son catalanistas pero también españolas, no lo hace con el independentismo, quien acusa al

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