A un mes de la tragedia, nadie en los alrededores del puente de La Concordia olvida lo que pasó la tarde del 10 de septiembre. Pasa el ruido de los carros, pero el silencio que dejaron quienes un día fueron, se queda. Flores amarillas y rojas se han sembrado entre el pasto, que aún se encuentra ennegrecido. Entre el asfalto fracturado cruzan vecinos que guardan el dolor por las 31 personas que fallecieron.
Todos los días, Carlos Hernán camina por el lugar para acortar paso hacia su casa; logra recordar al grupo de personas que dormían bajo el puente, de quienes se decía “nadie reclamó” y cuya ausencia se siente. “El olor tardó varios días aquí, incluso en la casa olía a todas las personas que se quemaron”, lamentó.
Al menos 20 altares se levantan en la zona, con cruces, decenas de velado