ERP. Desde que Dina Boluarte asumió la presidencia por sucesión, la exigencia ciudadana fue clara: convocar a elecciones. Sin embargo, se consolidó un pacto congresal dispuesto a blindarla sin importar sus errores. Tras casi tres años, esas mismas fuerzas —corroídas por la corrupción— junto con los sectores que siempre buscaron destituirla, terminaron por vacarla con una celeridad inusual.
La realidad es que Boluarte fue tan ignorante en el ejercicio del poder como su predecesor Pedro Castillo, con la diferencia de que este último fue elegido en las urnas. La sociedad civil, cansada de problemas irresueltos, decidió movilizarse pese a las amenazas, asociando en sus protestas no solo la incompetencia presidencial, sino también la complicidad de sus aliados.
Transportistas y comerciantes,