En los deportes, los símbolos sobreviven el paso del tiempo. En el beisbol , esa herencia viaja en la cabeza. Una gorra puede decir más que una hoja de estadísticas. Puede guardar historias, supersticiones y hasta la ilusión de que el pasado regresa cuando la necesitas. Así comenzó el segundo aire de los Blue Jays de Toronto.

A finales de septiembre, el clubhouse se había vuelto un lugar tenso. Seis derrotas en siete juegos habían dejado a los Jays al borde de perder el liderato divisional frente a los Yankees. Jeff Hoffman , veterano de bullpen y dueño de una calma poco frecuente, tuvo una idea sencilla. Pidió rescatar las viejas gorras con paneles blancos que la organización usó en 1992, cuando levantó su primera Serie Mundial.

En principio no lo hizo por superstición, seg

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