El Perú despertó ante otra caída presidencial. El Congreso destituyó a Dina Boluarte por “incapacidad moral permanente” y juramentó a su propio líder. La votación cerró un capítulo de caos, pero reveló una enfermedad más profunda: la de la legitimidad, la seguridad y la gobernabilidad misma.
Una herramienta constitucional convertida en costumbre
La vacancia presidencial en el Perú alguna vez fue un recurso extremo, una válvula constitucional contra la tiranía o el fraude. Hoy se ha vuelto un reflejo. En una sesión nocturna que se sintió más ritual que justicia, 122 de 130 congresistas —de izquierda, derecha y centro— votaron por destituir a Boluarte. La acusación, “incapacidad moral permanente”, fue tan vaga como siempre: una palanca política usada cada vez que el Congreso quiere for