El mamotreto es un mal querido. Luce tan aporreado que pudiera decirse que agoniza.

Ubicado en la extensión de la plaza Bolívar de Tucupita, a duras penas está llegando a su adolescencia.

Pareciera no tener remedio ni quien se lo quiera poner. No interesa rescatarlo ni puede hacerlo por sí mismo, es un mastodonte inanimado que sencillamente muere.

. Tampoco tiene defensores. Los dolientes no aparecen.

Las imágenes dan cuenta de lo expuesto, no hay alegatos a favor ni atenuantes que apunten a aliviar su pavorosa condición.

Triste la breve historia del mamotreto.

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